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Huevos de Pascua

juego de 7 huevos de pascua y cesta tejidos a crochet

Ya llega la Primavera! Y con ella los aires de renovación y florecimiento, de explosión de la vida tras los meses de recogimiento y oscuridad. Los días se alargan y la luz nos envuelve. Y ya dentro de muy poquito, llega el domingo de Pascua, domingo de Resurrección. Todo resurge y un nuevo ciclo comienza. Y en este día, los niños esperan con ilusión la venida de la liebre y de los huevos de Pascua.

Los huevos entrañan un significado de fertilidad, de nuevo nacimiento, de nueva etapa. Y es una costumbre que se celebra, de diversas maneras, en muchos países. Se pintan huevos de alegres colores, se hacen también de chocolate y finalmente se esconden el domingo de Pascua para que los más pequeños los encuentren.

Te propongo una bonita actividad para preparar la Pascua en familia: tejer a ganchillo los huevos, y conformar finalmente con ellos un bonito calendario semanal que ayudará a situar a los más pequeños en el ritmo de la semana. Puedes ver un ejemplo de cómo realizarlos en este tutorial:

Este Kit de ganchillo para tejer a crochet los Huevos de Pascua contiene una propuesta pedagógica para aprender a tejer con versos y rimas, aplicando al mismo tiempo la tabla de multiplicar del número 7. Tejer con versos y rimas permite interiorizar los gestos del tejer, de los puntos básicos, sin necesidad de explicaciones técnicas, y de una forma fácil y divertida. Así mismo, el trabajar únicamente con múltiplos de 7, permite a los niños no perderse, y además, practicar la multiplicación, las sumas y las restas.

Por otro lado, tendrás un bonito calendario semanal relacionado con los Planetas y sus colores. Para ver cómo funciona, haz click aquí.

Si tienes instagram puedes ver también una bonita reseña de estos kits de @tamara_chubarovsky haciendo click aquí.

Y por último, te dejo aquí una versión de un cuento que me fascina:

“Érase una Liebre de Pascua” de ing edicions

“Había una vez una familia de liebres de Pascua: papá y mamá liebre y sus siete hijitos. Aquel año papá y mamá liebres no sabían cuál de sus hijos sería la liebre de Pascua. Entonces la mamá liebre preparó una cesta con siete huevos, llamó a sus siete hijos y dijo al más mayor:
–Coge un huevo de la cesta y llévalo al jardín de la casa donde viven muchos niños. El mayor cogió el huevo dorado y se fue con él a través del bosque, cruzó el riachuelo, atravesó la pradera y llegó al jardín de la casa de los niños. La puerta estaba cerrada, y quiso entrar dando un salto con tal mala suerte que el huevo se cayó y se rompió. Ésta no era la verdadera liebre de Pascua.
Le llegó el turno al segundo hermano. Éste cogió el huevo plateado, corrió con él a través del bosque, cruzó el riachuelo y llegó a la pradera. Entonces le graznó la urraca:
–Dame tu huevo, dame tu huevo. Y sin que la liebre se diera cuenta, la urraca se llevó el huevo a su nido. Ésta tampoco era la verdadera liebre de Pascua.
El tercer hermano escogió el huevo de chocolate, corrió con él a través del bosque, cruzó el riachuelo, llegó a la pradera y justo entonces, llegó saltando una ardilla, que le preguntó:
–¿Está rico?
–No lo sé, lo quiero llevar a los niños.
–¿Me dejas probar un poco?
Y los dos comenzaron a lamer el huevo hasta que todo el huevo desapareció. Cuando llegó a casa, la madre liebre de Pascua, mientras le limpiaba su morrito, le dijo:
–Tú tampoco eres la verdadera liebre de Pascua.
El cuarto hermano cogió el huevo con manchas de colores. Corrió a través del bosque, cruzó el riachuelo se paró para mirarse, y de repente, ¡pataplof!, se cayó el huevo al agua. Esta tampoco era la liebre de Pascua.
Le llegó el turno al quinto hermano que cogió el huevo amarillo. Con él corrió a través del bosque y antes de llegar al riachuelo se encontró con el zorro.
–Oye, vente conmigo a mi madriguera y enseña a mis hijos este huevo tan bonito. Los zorritos empezaron a jugar con el huevo, se cayó encima de una piedra y se rompió. Rápidamente corrió la liebre a casa con las orejas gachas. Ella tampoco era la verdadera liebre de Pascua.
Le llegó el turno al sexto. El sexto hermano escogió el huevo rojo y corrió a través del bosque. Entonces se encontró en el camino con otra que se lo quería quitar. Al final la otra liebre huyó y cuando la sexta liebre buscó su huevo, lo encontró roto. Ésta tampoco era la verdadera liebre de Pascua.
Le tocó ya el turno a la séptima, la liebre más pequeña. Ella cogió el huevo azul, y atravesó el bosque. En el camino se encontró con otra liebre. La dejó pasar y siguió adelante. Entonces vino el zorro. La liebre dio un rodeo y llegó al riachuelo. Con unos saltitos cruzó por encima del tronco. Vino la ardilla, pero la liebrecita siguió adelante y llegó a la pradera. Cuando la urraca gritó, simplemente le contestó:
–¡Tengo que seguir!, ¡tengo que seguir!
Por fin, llegó al jardín de la casa. La puerta estaba cerrada. Ella dio un salto, ni demasiado grande, ni demasiado pequeño, y escondió el huevo sin que le vieran los niños. Ésta sí que era la verdadera liebre de Pascua”